Son las cinco horas, del amanecer
De un invierno, que se avecina
Pero no siento frío en el cuerpo,
Sino tristeza y soledad en el alma.
Hace varias horas que no dormía
Y esa dulce calma se torna en melancolía,
No es solo hoy día, son ya varios
de amargura y sequedad en los labios.
Es que siento que el tiempo va pasando
Y se agolpan en mi mente los recuerdos,
dulces, tiernos, en otras horas vividas
que inexorablemente, se sepultan en el olvido.
¿Dónde esta la alegría que envolvía nuestras vidas?
¿Dónde el eco y el murmullo de tu voz?
Ya las tiernas avecillas han crecido airosas
y aleteando van en pos de un mundo mejor.
No me quejo, yo se que nos amamos
pero hay algo, un vació entre los dos,
pues, me aferro a pensar que en la senectud
debe haber rasgos de eterna juventud.