Hermana, eras lo mismo que un árbol muy pequeño, un árbol al que el viento depositó en la arena; llegó una ola de agua, llegó una ola de pena y me quedé mirando tu mirada y tu sueño; o bien, yo estaba solo, solo como otras veces frente al mar, y llegaste ante mí, silenciosa; te sonreí despacio por darte alguna cosa: yo ya no podía darte los panes y los peces; a veces veo que lloras, que tu pasado suena, a veces yo quisiera llorarte mi pasado, mirándonos al fondo quisiéramos llorar; mirándonos al fondo del tiempo, de la pena, se pasará el futuro, y cuando haya pasado, hermana mía, iremos, mirándonos, al mar.
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